En julio de 2013, Elizabeth Rodríguez García tenía casi seis meses de gestación cuando llegó a un ultrasonido de rutina. Para Elizabeth y su esposo Salvador Álvarez, este sería su primer bebé, un niño.
Pero algo andaba mal. El técnico de ultrasonido encontró un gran punto oscuro en donde debería estar el pulmón izquierdo del feto. Los padres fueron remitidos inmediatamente al Centro de Diagnóstico Perinatal del Stanford Medicine Children’s Health en Salinas. A pesar de que Elizabeth aún estaba a 80 millas de distancia del Lucile Packard Children’s Hospital Stanford , un grupo de expertos del Centro de Salud Fetal y Materna del hospital ya estaba examinando la transmisión de las imágenes del ultrasonido y los registros médicos de Elizabeth. El centro altamente especializado ofrece asesoramiento, gestión y servicios médicos para salvar la vida de madres con embarazos de alto riesgo y a sus recién nacidos.
La pareja llegó al centro unos días después y se reunió con un equipo de expertos obstetras y pediatras, quienes le dieron no solo un diagnóstico sino un plan para salvar la vida del bebé.
El feto tenía una malformación congénita de las vías respiratorias pulmonares, que significaba que tenía un quiste muy grande y anormal en el pulmón. Tenía un alto riesgo de morir dentro del útero. Los especialistas realizaron una intervención fetal, que conllevó la inserción de una derivación y el drenaje del quiste en el pulmón fetal, para así ofrecer la mejor oportunidad de supervivencia.
Aliviar la presión del quiste llegó en un momento crítico. La peligrosa retención de líquido que a los médicos preocupaba que estuviera poniendo en peligro la vida del bebé mejoró dramáticamente. Pero, una vez que naciera, el quiste tendría que ser eliminado mediante cirugía de emergencia para permitirle respirar adecuadamente por su cuenta.
Para simplificar la transición rápida entre el parto y la cirugía, la cesárea programada se realizó en una sala de operaciones en lugar de la sala de trabajo de parto del Lucile Packard Children’s Hospital Stanford. A minutos del nacimiento, se trasladó rápidamente al bebé a otra sala de operaciones, en donde se eliminaron tanto el quiste y más de dos tercios del pulmón del bebé.
El bebé, llamado Elijah, recibió atención médica en el hospital por casi un mes. Sus padres ahora dicen que el niño de seis meses de edad es un bebé sano y feliz, cuyo único signo de un inicio casi fatal en la vida es la cicatriz decolorada en el pecho.
Para la familia de Elijah, este es un final feliz que resultó de la detección temprana, la colaboración entre expertos y una amplia red de cuidados extraordinarios que conectaron al paciente y a los proveedores de servicios médicos a tiempo para marcar una diferencia salvadora de vida.
***
Lea la historia completa aquí.
Authors
- Stanford Medicine Children's Health
- more by this author...