En el ámbito de las transformaciones drásticas, es difícil igualar las repercusiones del trasplante de riñón de un niño enfermo. Sin diálisis y sin los efectos secundarios de la insuficiencia renal, jóvenes receptores de riñones experimentan ráfagas de crecimiento, descubren nuevas reservas de energía y logran hitos del desarrollo.
En el 2012, las personas a cargo de los pacientes del Lucile Packard Children’s Hospital hicieron posible este proceso emocionante en docenas de ocasiones: realizaron 31 trasplantes de riñón en niños menores de 18 años, más que cualquier otro programa de trasplantes pediátricos en el país. Eso es según los últimos datos de la United Network for Organ Sharing, la organización privada sin fines de lucro que gestiona el sistema de trasplantes de órganos del país.
«Tenemos tasas de éxito muy elevadas con niños en los que es difícil hacer el trasplante, los que son demasiado pequeños o están demasiado enfermos para ser tratados en otros lugares», comentó el Dr. Paul Grimm, nefrólogo pediátrico de Packard Children’s y director médico del programa de trasplantes pediátricos de riñón. «Queremos que todos estos niños tengan la mejor oportunidad posible de tener una vida normal».
El éxito del equipo con niños muy enfermos se debe a una estrategia en diferentes frentes que supera muchos obstáculos de los trasplantes. El trabajo comienza mucho antes del día de la cirugía, sigue años después y echa mano de una selección diversa de expertos que incluyen a médicos y cirujanos, coordinadores de enfermería, enfermeras especializadas, médicos asistentes, nutriólogos, especialistas de vida infantil, trabajadores sociales y psicólogos. «Tenemos un equipo fantástico de personas profundamente involucrados en trasplantes», comentó Grimm.
Una barrera común a los trasplantes es el tamaño pequeño de los pacientes más jóvenes; 33 libras a menudo se considera que es el límite más bajo para un trasplante de riñón. Pero el equipo de Packard Children’s puede hacer trasplantes en bebés de hasta 22 libras, gracias a la experiencia quirúrgica especial del equipo.
Los pacientes más pequeños se benefician de varias mejoras en la atención que el equipo de Packard Children’s ha instituido para ayudarlos. Antes del trasplante, una nutrición óptima les ayuda a crecer tan fuertes como sea posible para prepararse para sus cirugías. Las enfermeras que se especializan en dar diálisis a bebés y niños pequeños proporcionan los tratamientos de diálisis. Después del trasplante, las personas que cuidan a los pacientes controlan los niveles de líquido y la tensión arterial de los mismos para asegurarse de que los riñones que reciban funcionen correctamente.
«Algo que hace que a nuestros pacientes más pequeños les vaya tan bien es que intentamos ponerles el riñón más grande y sano posible», comentó Grimm.
Con base en décadas de investigación pionera en Packard Children’s, los pacientes también reciben un régimen de medicamentos inmunosupresores que evitan los esteroides, que en algún momento fueron considerados esenciales pero retrasaban el crecimiento de los niños. La inmunosupresión sin esteroides es ahora la norma para todos los receptores de riñón de Packard Children’s. A nivel nacional, alrededor de la mitad de los niños que reciben trasplantes de riñón ahora reciben medicamentos sin esteroides para la inmunosupresión.
Además de ayudar a las personas que reciben riñones por primera vez, el equipo de Packard Children’s tiene experiencia especial en la realización de segundos trasplantes a niños cuyos cuerpos rechazaron el primero. «A menudo, los centros locales consideran que estos niños no son trasplantables ya que sus sistemas inmunológicos son muy hiperactivos y pueden languidecer en la diálisis», comentó Grimm. A diferencia de muchos otros programas de trasplantes, Packard Children’s puede ofrecer medicamentos para reducir la sensibilidad del cuerpo al tejido trasplantado, agregó. «Nuestro programa de insensibilización nos puede permitir hacerles trasplantes y ayudarles a volver a vidas más normales».
Para el equipo de trasplantes, la mejor parte de su trabajo es observar el desarrollo de los pacientes después de haber recibido los riñones nuevos.
«Prosperan», comentó Gerri James, enfermera titulada, coordinadora de trasplantes. «Se vuelven como cualquier otro niño en el parque infantil. En verdad cambias su vida. Nada se compara con ese sentimiento».
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- Stanford Medicine Children's Health
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