Adultos que fueron bebés prematuros ríen juntos y los padres comparten recuerdos en la Fiesta de graduación anual de la NICU

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Adultos que fueron bebés prematuros y sus familias disfrutaron de la magia de la gran fiesta de la NICU de este año el sábado 21 de septiembre y compartieron historias conmovedoras del tiempo que pasaron en la unidad de cuidados intensivos neonatales, hicieron fila para acariciar a las peludas mascotas en el zoológico interactivo, escucharon las últimas payasadas de Violet la payasa y comieron muchas delicias.

Fahira Orellana, cuyo bebé estuvo en la NICU, estaba tan emocionada por la fiesta que planeó llevar un atuendo especial para su hijo de dos años Eddy: iba vestido de doctor con todo el uniforme azul, un estetoscopio y un logo que dice «doctor en formación». Ahora que es un pequeño sano y feliz, uno nunca se podría imaginar que nació a las 29 semanas de embarazo con solo 2 libras, 6 onzas y que pasó cuatro meses en la NICU y luego tuvo otras dos cirugías.

«Jamás podré devolver lo que los doctores y las enfermeras del Lucile Packard Children’s Hospital hicieron por mi hijo», comentó Fahira.

Los padres no fueron los únicos que estaban contentos por la celebración. La enfermera Roberta Harryman, copresidenta y experta de la Fiesta de graduación, junto con la enfermera Barbara Boyington, tienen un afecto especial por esta fiesta anual. Roberta comentó, «Me encanta ver a las familias de la NICU regresar con sus bebés sanos. Es una gran retribución de nuestro trabajo». El dúo dinámico ha cuidado a bebés prematuros de la NICU por más de 30 años.

«Esta reunión es increíblemente significativa para nuestras familias de pacientes», comentó el Dr. William Benitz, jefe de neonatología y líder del equipo que proporciona atención extraordinaria a aproximadamente 1500 bebés prematuros al año.

«Las familias de la NICU experimentan una montaña rusa emocional en los primeros días y semanas de la vida de su hijo», agregó Benitz, quien también es profesor de pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. «Sin embargo, cuando pueden reunirse con otras familias que han tenido una experiencia similar, les da un maravilloso nivel de consuelo y crea un lazo que los unirá para siempre».

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