En el 2005, Monica Datta, de 17 años, se unió a muchos otros jóvenes para someterse a una resonancia magnética como parte de un estudio de investigación de la Universidad de Stanford. A diferencia de las de todos los demás, las de Datta revelaron de forma inesperada una mancha en el cerebro que nadie conocía.
A pesar de que no tenía síntomas, se efectuó rápidamente una cita con el Dr. Paul Fisher , profesor de neurología en la Escuela de Medicina de Stanford y director del Centro del Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Stanford y del Lucile Packard Children’s Hospital Stanford.
“Le dijimos que esto podría ser un tumor o podría ser nada”, dice Fisher. «Observar y esperar es muy típico en este tipo de investigación. Algunas veces las resonancias magnéticas reflejan cambios, que son en realidad tejidos cerebrales normales”.
Por difícil que pueda ser para un paciente o padres ansiosos, eso fue lo que hicieron Datta y su familia. Con los años, la lesión no mostró signos de cambio y sus resonancias magnéticas ocurrieron con menos frecuencia. La estudiante de primer año de secundaria se convirtió en una estudiante de cuarto año, luego en una estudiante universitaria de la Universidad de California-San Diego. Lo que había aparecido inicialmente dejó de ser una preocupación.
A los 22 años, Datta se sometió a una última resonancia magnética. Esperando más buenas noticias, se sorprendió por la llamada telefónica que recibió al día siguiente. Después de casi una década sin cambiar, su lesión aparentemente se había convertido en un glioma de bajo grado, según el neurocirujano Dr. Gerald Grant. Necesitaría una intervención quirúrgica cerebral.
Un mes después de la última resonancia magnética, Datta ingresó para el procedimiento. Cuatro horas más tarde, ya se había realizado. Grant, profesor adjunto de neurocirugía en la Escuela de Medicina, le dijo que había sido un éxito. Se había extraído la totalidad del tumor. Los siguientes meses de recuperación fueron agotadores, pero a principios de 2014, había salido triunfante.
«Mirando hacia atrás, fue atrevido y valiente de parte de la familia oír que había algo ahí, pero elegir no intervenir. Fue la decisión correcta”, dice Fisher. «La oncología se basa en la frase ‘la detección temprana salva vidas’. Pero hay momentos en los que no es recomendable actuar con prisa. Yo pienso que Monica y sus padres son realmente admirables por cómo lo manejaron”.
La graduada de la Universidad de California-San Diego va a tomar el GRE este verano, y planea seguir una maestría en asesoramiento genético.
“Fue una experiencia muy emotiva”, dice Datta, “pero me siento realmente con suerte de haber sido atendida en el Stanford”.
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- Samantha Beal
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