Con 25 trofeos a su haber, resulta obvio que Grace Chen, de doce años de edad, tiene un don para el golf. Ha sido así desde que tenía seis años y se encontraba recuperándose después de años de tratamiento para la leucemia linfocítica aguda (LLA) en el Centro Infantil de Cáncer y Enfermedades de la sangre Bass del Lucile Packard Children’s Hospital.
“Mi esposa y yo queríamos algo que la ayudara tanto física como mentalmente”, comenta el padre de Grace, Weixing Chen. “Pensamos que el golf, con sus espacios abiertos, aire fresco y hermosos paisajes sería lo adecuado para ella, y que podría jugar a su propio ritmo y hacer mucho ejercicio.”
Rápidamente, el golf se convirtió en algo más que un ejercicio. A la edad de siete años, Grace ganó cinco medallas en una competencia nacional. Recientemente obtuvo el puesto no. 1 en la Junior Golf Association del mayor torneo anual del Norte de California.
Ahora Grace se está preparando para su quinto viaje anual al Campeonato Mundial de Golf Infantil de Estados Unidos en Pinehurst, Carolina del Norte. El pediatra oncólogo y profesor de oncología/hematología pediátrica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, Gary Dahl, no está sorprendido.
“Grace representa una muy importante tendencia en el tratamiento de la leucemia”, comenta Dahl, resaltando que la Escuela de Medicina de Stanford es miembro del Children’s Oncology Group, la mayor organización mundial dedicada exclusivamente a la investigación del cáncer en niños y adolescentes. “A principios de la década de los sesenta, antes de que se utilizara la quimioterapia, sólo 3 % de los pacientes como Grace sobrevivían a largo plazo. Pero a finales de los sesenta y setenta se realizaron grandes incursiones en los tratamientos. Ahora TODOS tienen una tasa de curación de aproximadamente 90 %.
La leucemia, que es un cáncer de la sangre que comienza en la médula ósea y se extiende por el torrente sanguíneo, es el cáncer más común en los niños. A la edad de dos años, Grace ya presentaba los síntomas clásicos: dolores graves en las articulaciones, fiebre, anemia, entre otros. Como se encontraba viviendo en China temporalmente, llegó en avión al Área de la Bahía y fue directamente al Packard Children’s para recibir tratamiento.
“Recuerdo la terapia,” comenta Grace. “Me ponían inyecciones y después me daban helado. El Dr. Dahl siempre era muy tranquilo y calmado, y me ayudaba mucho. De veras estoy agradecida de haber recuperado la salud”.
A pesar de que pocas niñas de su edad pueden enviar una pelota a 230 yardas de distancia, Grace celebra su recuperación y la posibilidad de llevar una vida normal. “Es un alivio poder hacer lo que hacen los otros niños”.