Hace un año, Jon y Kristi Cannon temían que su hijo nunca volviera a sonreír.
En septiembre, cuando Jax tenía 17 meses, un accidente doméstico le lesionó tres ramificaciones del nervio facial y le paralizó parte de la cara. Lo llevaron a toda prisa a un hospital cercano para que le aplicaran sutura, y los médicos de guardia notaron que la cara de Jax no se movía. El niño necesitaría la ayuda de expertos en parálisis facial, y rápido.
“Si esperas demasiado, las terminaciones nerviosas no coinciden adecuadamente, y el resultado es mucho menos favorable”, comenta el Dr. James Chang, experto en microcirugía pediátrica en el Lucile Packard Children’s Hospital Stanford.
“Lo más crítico es identificar la lesión y mandar al paciente a cirugía de inmediato”, añadió el cirujano craniofacial Rohit Khosla, profesor asistente de cirugía plástica y reconstructiva en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. “Una vez que pierdes los nervios, no hay forma de introducir nuevos nervios en la cara para dar impulso a los músculos de nuevo”.
Los nervios dañados se pueden reconectar mejor si el problema se trata dentro de aproximadamente 72 horas. Los médicos Khosla y Chang programaron una cirugía inmediata para Jax una vez que lo vieron, aproximadamente 60 horas después de que se lesionara. En el quirófano, los especialistas del Packard Children’s reconectaron los nervios desgarrados usando una aguja del grueso de una pestaña y repararon la lesión facial del infante.
La cirugía total tardó alrededor de cuatro horas, que es aproximadamente el promedio para seis de cada diez operaciones de parálisis facial que los médicos de Packard realizan cada año.
Ahora con dos años, Jax todavía se está recuperando, readaquiriendo el control de sus movimientos faciales a medida que los nervios continúan regenerándose. Se aprecia una gran sonrisa en su rostro en estos días.
“Tenemos suerte de que Packard está casi al lado”, dice el padre. “No es posible encontrar expertos iguales a los que tienen allí, o con su experiencia”.