De la a a las zetas: El problema con el sueño adolescente

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Cuando empecé a trabajar recientemente en un reportaje sobre el sueño adolescente para la revista de Stanford Medicine, temía que no iba a encontrar a adolescentes que tuvieran problemas para dormir y estuvieran dispuestos a hablar de los mismos. No tenía que preocuparme: casi todos los adolescentes que me encontré tenían algo que contar de manera constante sobre madrugadas de estrés por exámenes o entregas, escribiendo mensajes a sus amigos o navegando en internet. Tampoco era poco común para los adolescentes decir que mantenían sus teléfonos celulares prendidos de noche en caso de que recibieran el mensaje de un amigo que necesitaba hablar.

Algunos estaban siendo torturados por la falta de sueño, a menudo quedándose dormidos en clase, pero dijeron que se sentían obligados a mantenerse despiertos para competir académicamente en estas comunidades locales de mucha presión que alaban el altar de logros académicos.

«Escuché historias horribles de sufrimiento por privación del sueño», me dijo una adolescente de 17 años. «No te puedes concentrar en la tarea, estás de mal humor y no puedes poner atención en clase».

Otro adolescente reafirmó lo que la National Sleep Foundation descubrió en una encuesta reciente, que el 87 por ciento de los adolescentes estadounidenses están crónicamente privados de sueño. «Probablemente puedas hablar con cualquier adolescente una vez llegan a su punto de ruptura», me dijo. «Te has presionado tanto y no has dormido lo suficiente, así que pierdes el control».

En mi investigación, aprendí que estos estudiantes pagan un precio muy alto, posiblemente poniendo en riesgo su salud mental y física. Estudio tras estudio en la literatura médica prendió la alarma sobre lo que podría ocurrir cuando los adolescentes sufren de privación crónica del sueño: incidentes por manejar con sueño, mal rendimiento académico, ansiedad, depresión, pensamientos suicidas e incluso intentos de suicidio.

«Creo que la preparatoria constituye un peligro real en términos de la privación de sueño», me comentó el Dr. William Dement doctorado, de Stanford, afamado investigador del sueño. «Es un gran problema».

Dement y su colega, el Dr. Rafael Pelayo, quien se especializa en problemas pediátricos del sueño, han estado trabajando con algunas escuelas locales para instruir a los estudiantes sobre los problemas y alentarlos a adoptar mejores hábitos de sueño.

A través del programa galardonado Embajadores de sueño, trabajan junto con estudiantes universitarios de Stanford en su clase de «El sueño y los sueños» al hacer presentaciones y capacitar a estudiantes de secundaria para transmitir el mensaje sobre la importancia del sueño.

El programa inició hace ocho años en la Menlo-Atherton High School y se está expandiendo este año a las dos preparatorias de Palo Alto, en donde el estrés de los estudiantes ha sido una preocupación.

La esperanza es que el programa, junto con otras iniciativas escolares y comunitarias, ayude a contribuir a un cambio cultural en el que el sueño adolescente sea una mayor prioridad.

Vía Scope
Ilustración de Christopher Silas Neal

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