Caitlin Burns nació con inmunodeficiencia y pseudoobstrucción del tracto gastrointestinal, un problema que amenazaba su vida e impedía el tránsito normal de los alimentos a través de los intestinos. Los especialistas de Packard la han tratado desde que era una niña.
Durante 15 años, Caitlin ha sido tratada por especialistas en cirugía, inmunología, gastroenterología, medicina pulmonar, endocrinología, genética y nutrición. Continúa visitando el Packard cada tres semanas para terapias de infusión de seis horas, un tratamiento esencial que necesitará hasta bien entrada en la vida adulta.
“Caitlin ha tenido médicos y enfermeras increíbles”, comenta Kelly, su madre. “Su enfoque general es: ¿cómo podemos hacer del hospital una experiencia más normal para los niños y la familia?”
Para Caitlin, son las pequeñas cosas del Packard Children’s lo que marcan la diferencia. En 2007, los miembros del personal le organizaron una fiesta para celebrar sus doce años. Incluso le permiten andar en bicicleta en el patio del techo del hospital.
Ahora en secundaria, Caitlin obtiene buenas calificaciones y disfruta del jazz, el baile y el ballet. Su situación médica es manejable y su pronóstico es bueno. Está ansiosa por ir a la universidad y más adelante a una escuela culinaria.
Como muchos niños con la enfermedad de pseudoobstrucción, Caitlin desarrolló aversión a la comida desde temprana edad. “Tuvimos que ponerla en una terapia de alimentación”, comenta su padre, Jim. “Tuvimos que enseñarle de nuevo a comer para que tomara porciones más pequeñas con más frecuencia”.
No es de extrañar, entonces, que sus padres se sorprendieran cuando les anunció la carrera que escogió. “Quiero ser chef”, dice Caitlin. “Quiero abrir un bistró. Simplemente me encanta cocinar, cualquier tipo de comida”.